El terrible hábito de callarte lo que piensas (no opino sobre eso)

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Fecha de Publicación

junio 12, 2021
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Autor del Post

Federico Luque

El terrible hábito de callarte lo que piensas (no opino sobre eso)

por Aprender a Valorarte

Puede parecer inofensivo, pero si proyectamos este hábito en el tiempo te expones a lo siguiente:

  • Limitas la calidad de tus relaciones: los demás no llegan a conocerte;
  • La medida de tu carácter se fe afectada de cara a los demás, pero también a ti mismo;
  • Te acostumbras a no confrontar ni convenir, dejándote un color «gris» neutro desesperante o, en su defecto…
  • Si buscas agradar no confrontando tendrás que enojarte cada vez que quieras hacerte valer (¡y esto no ser bueno!).

Como puedes observar, no son pocas cosas ni son menores es decir, no se trata de «detalles» que puedas ignorar y que no tengan consecuencias.

El hábito en cuestión tiene un costo importante a largo plazo y el silencio que eliges en ese momento particular, terminará pasándote factura tarde o temprano.

Te sucede cuando en una conversación no estuviste de acuerdo con algo y sentiste el deseo de expresar tu opinión pero…

Te lo callaste.

Y esa noche te sentiste mal contigo y no pudiste dormir porque sabes que no es la primera vez.

La buena noticia es que no eres el/la únic@. A mí me pasó, me pasa de vez en cuando y a todos los que te rodean también. Y si a alguien no le ha sucedido —que puede pasar—, es porque tiene un serio problema de empatía que no trataré en esta entrada.

La mala noticia (que pena que siempre haya una mala), es que si no haces nada al respecto, empeora bastante.

Primero lo primero: hagamos unas distinciones

—¿Esta carretera va para Ciudad Victoria? —le preguntaron al filósofo de Güemes.

—Esta carretera no va… ni viene. Ciudad Victoria queda pa’llá.

Sabio, fino y siempre con un toque de humor, el popular personaje del noreste mexicano me auxilia para presentarte la importancia de hacer distinciones en un tema tan interesante como es el callar lo que piensas, cuando lo mejor es abrir la boca y soltarlo.

Sucede que el tema presenta una gama importante de matices o “escala de grises” como me gusta decirle, donde el blanco y negro serían una persona catatónica que no habla absolutamente nada y, del otro extremo, una persona que dice absolutamente todo lo que piensa sin poner ningún tipo de filtro. Desconozco si existe una condición médica para esto último.

Tú te encuentras en algún punto de este espectro y, sin embargo, si llegaste hasta aquí por que el título te llamó la atención, puedo presuponer que tus filtros de prudencia (o de otro tipo, como ya veremos) están demasiados rigurosos al grado de que coartan tu capacidad de expresarte de forma asertiva.

El hábito de quedarte callad@ es terrible como señala el título, pero habrá situaciones en las que es lo mejor que puedes hacer.

Y tener la capacidad de “DISTINGUIR” cuándo hablar y cuándo no hacerlo, es una habilidad que se adquiere con la experiencia, en el día a día, con equívocos y aciertos.

Si lo normal para ti es quedarte callado por algunos de los motivos que veremos más abajo, tú ya sabes o intuyes perfectamente cuándo deberías expresarte en lugar de guardar silencio, por el simple hecho de que te ha pasado muchas veces a lo largo de los años.

Así que a partir de ahora, te invito a que cometas más errores por abrir “la bocota” que por cerrarla. Te ASEGURO, que no te irá peor que a mi presidente (al momento de escribir estas líneas) Alberto Fernández.

¿Por qué nos quedamos callados?

Aunque sientas que las causas de tu silencio responden a una situación particular que te atañe solamente a ti, en realidad sólo hay dos motivos por el que nos quedamos callados.

La principal es el miedo, en cualquiera de sus variantes.

Por ejemplo, te asalta el miedo a quedar mal diciendo una tontería, y que se burlen de ti. Esto pasa cuando flaquea la autoestima, la confianza, y rematamos al tomarnos demasiado “seriamente” a nosotros mismos.

“Es mejor no hablar y que lo tomen a uno por estúpido, antes que hablar y que lo comprueben”

En su momento me causó gracia y más tarde comprobé que la frase original le pertenece a Mark Twain y no era precisamente así. Vaya, ¡derivó en un chiste!

Ya que se te pase la risa, es importante entender que el que tiene miedo a quedar mal por decir una tontería, se siente exactamente así, como en este chiste.

Y ya que estamos hablando del tema entre tú y yo…, pregunto, por casualidad, ¿a ti te hace ruido internamente este chiste? Porque si es el caso… ¡suelta la risa!

¡Anímate a reírte de ti mism@ y verás que la tensión que sueles sentir en esos momentos empieza a aflojarse y disiparse. Ya no seas tan seri@ y evita sentirte como un “producto acabado”, que falta mucho por aprender y equivocarse, y por vivir.

Otra variante es el miedo es a la confrontación, a la discusión, y/o a la consecuencia que esto pueda tener para nosotros.

Nota por favor que en la oración anterior hay tres posibilidades y vale la pena distinguirlas a las tres.

La primera es sentir miedo ante la posibilidad de una discusión, porque no estamos acostumbrados o todo lo contrario: ya hemos discutido antes y no queremos volver a pasar por esa situación tan embarazosa e incómoda. Sin embargo, no existe una consecuencia más allá del intercambio de palabras o algún que otro agravio.

También puede sucederte que no te importe si llegas a discutir, o lo que eventualmente puedan decirse tú y la otra persona si se llegan a caldear los ánimos. Pero la consecuencia para ti de un altercado de palabras o una negativa de tu parte tiene una consecuencia negativa, desagradable o nefasta para ti.

¿Me vas siguiendo?

La última posibilidad es tener miedo a ambas cosas: a la discusión y también a la consecuencia y por ende, tienes doble razones poderosas para no confrontar, decirle al otro que tiene razón y seguir acallando tus pensamientos.

Aclaro que el párrafo anterior está escrito con ironía.

Lo veremos más abajo, pero ahora mismo cabe mencionar que, llevarte bien con todo el mundo a costa de ser infiel y deshonesto contigo es, definitivamente, un precio muy alto a pagar (además de que no es necesario para llevarse bien con los demás).

La última variante del miedo que quiero presentarte, es cuando tememos contradecir a los demás porque no queremos hacerlos sentir mal. No es tan frecuente, pero sí que conozco casos así.

Una de las dos personas de la relación “ganó” superioridad frente a la otra y la que perdió lo permitió porque encontró un espacio de comodidad:

“El otro tiene la razón siempre (aunque no la tenga se la doy lo mismo), así que él o ella es responsable de lo que pueda suceder. Yo no”. 

Con este ejemplo terminamos con la causa principal, el miedo, que hace que nos guardemos nuestras mejores opiniones y el mundo se pierda de ellas. Y créeme, realmente se las pierde, porque en todos estos años se te han ocurrido ideas geniales y el miedo te ha boicoteado una y otra vez, pero ya que estás aquí vamos a cambiar eso, ¿de acuerdo?

***

Te confieso que cuando estuve trabajando en las otras causas que nos impiden decir lo que pensamos, descubrí que en realidad todas ellas responden a la misma: a nuestros intereses.

Es decir que nos quedamos callados simplemente porque decidimos que nos conviene y además, esa decisión no tiene ni tuvo nada que ver con el miedo.

Por ejemplo, una opción que estaba considerando es la prudencia.

Participamos de una reunión entre amigos o con familiares, sale un tema urticante como el político y la intensidad se incrementa. En ese momento determinas que no vale la pena expresar tu opinión o seguir defendiéndola porque en última instancia, lograrías una pírrica victoria. ¿Sirve pelearse con alguien para demostrar que tenemos razón o que pensamos diferente?

Tristemente, mucha gente piensa que sí.

Volviendo al tema, creo que cualquier motivo que puedas pensar por el que fuera justificado quedarnos callados y que el miedo no tenga que ver sino nuestro buen juicio y determinación, cabe en esta segunda categoría.

Si callas lo que piensas, empeora bastante

Es importante que sepas que cualquier tipo de relación donde exista el miedo a hablar por tu parte, no es que “puede” volverse tóxica. SE VOLVERÁ TÓXICA antes o después.

Por lo general, más “antes” que después.

Y esto sucede frente a tus narices y bajo tu completo consentimiento, por más que duela entenderlo y aceptarlo.

Así que repasemos las causas que impiden tu libre expresión:

  • Miedo, en cualquiera de sus variantes;
  • Interés, en cualquiera de sus variantes.

Primero fue una opción, luego se hizo una costumbre y finalmente, reprimir nuestras opiniones se hizo un hábito, y fue en ese momento, en ese preciso momento, en que tu vida cambió.

Cambió para peor.

Porque con el tiempo los demás no saben qué esperar de ti, y se comportan en consecuencia; y tú mism@ no sabes qué esperar de ti, y te comportas en consecuencia.

Y esto no ser bueno.

Con tu pareja, callarte lo que piensas o sientes por miedo a que él o ella se enoje y no te hable o se sienta mal, te anulará cada vez más en la relación al punto de que ni tú ni la otra persona sabrán quién eres realmente, lo que te gusta, lo que no, y ya no digamos lo que quieres para ser feliz.

Estar anulad@ frente a tu pareja “no ser bueno” (es obvio, ¿no?) y a la larga ambos pierden.

Con tus amigos, mantener en silencio tus opiniones y tu forma de pensar te volverá displicente y vacío de carácter. Nadie te conocerá realmente y con el paso del tiempo perderán el interés en ti.

En tu trabajo también empeora. En realidad, empeora en todas las áreas de tu vida y si seguiste el artículo con atención, creo que ya tienes información suficiente como para imaginarte las consecuencias, que a la larga siempre son negativas y terminan repercutiendo en ti.

Ahora que ya tienes en claro el contexto, veamos qué puedes hacer al respecto porque creas o no, estás a tiempo de introducir pequeños cambios en tu comportamiento que te llevarán por mejores derroteros.

Gánate el respeto de los demás, teniendo la osadía de ser tú mism@

No puedes negar que la frase está “súper”, ¿verdad? En internet se la atribuyen a “Doctor House”, el protagonista de la popular serie y honestamente desconozco si es así, ¡pero me encantó!

De entrada, créeme que trillada o no, la frase refleja exactamente lo que consigues cuando tienes lo que hay que tener y te mantienes fiel a ti mismo en cualquier circunstancia (más abajo veremos las excepciones) y aceptas las consecuencias de tu forma de pensar y concebir el mundo.

El placer que vas sentir expresando libremente tus opiniones es indescriptible, y los beneficios que produce en la confianza, autoestima y amor propio son incalculables.

Ahora bien, lo normal es que si tienes este problema es que sea el miedo lo que te limite y coarte tu capacidad de expresión, pero es más probable aún que se trate de una o unas personas concretas como tu pareja, tus jefes o tus padres.

Si es tu caso, mi fuerte recomendación es que evites ganar confianza encarándolos a cualquiera de ellos en primer lugar porque se tratan de personas que te importan y sobre todo, las consecuencias de un cambio en tu conducta te afecten, quizás demasiado.

Como Coach, yo buscaría entrenarte primero en áreas o relaciones menos comprometidas para ti y que vayas ganando confianza de forma gradual, salvo que tú necesites o me indiques lo contrario.

Y lo primero que necesito que entiendas, es que todo empieza con una decisión.

La decisión de conectar con tu amor propio, tu dignidad, y con la de ser intelectualmente honest@ con la gente que te rodea. Si no tomas concienzudamente esta decisión, no lograrás nada después.

Nada de nada.

Sin lugar a dudas se trata de una decisión profunda que va a cambiar la forma en cómo te perciben los demás y cómo te percibes tu mismo, y ten por seguro que vas a sentirte muy incómod@ porque saldrás de tu zona de confort y nada será como antes.

Si lo crees necesario, busca ayuda profesional para sostener este momento de transición y por favor, no andes con prisas. Medita lo que sientas, “siéntelo” y déjate fluir. Habrá días malos, regulares y buenos y a todo eso, se le llama vivir. ¿Es un trato?

Con la decisión tomada o en proceso de hacerlo, podrás revertir el hábito de callarte lo que piensas y lo harás de forma gradual, aprendiendo de tus errores y haciendo ajustes cada tanto (de ahí que es tan importante tomar esa decisión, antes que cualquier otra cosa), pero como Coach, quisiera que tengas en cuenta algunas herramientas para acelerar el proceso y porqué no, ahorrarte también algún que otro tropezón.

Lee atentamente los criterios de la lista y repásalos cada tanto, ¡te estarán esperando!

Para manifestar desacuerdos

Esta es una oportunidad ideal para comenzar a soltar libremente tus opiniones ya que suele darse en temas generales y, por lo tanto, es poco probable que alguien se sienta agraviado.

Podrías decir frases cómo…

  • “Eso es en tu opinión, sin embargo yo creo que…”
  • “Entiendo lo que dices, pero no estoy de acuerdo”

Si te fijas no estás confrontado ni diciéndole a la otra persona “Estás mal”, por lo que no tensas la relación y al mismo tiempo te mantienes honest@ a tu forma de pensar.

Para dar un juicio de valor

En charlas sobre deportes, política, religión u otros temas urticantes, en algunos contextos específicos, a veces es recomendable pensar y repensar tu opinión y quizás, prefieras guardártela.

Muchos famosos y personas reconocidas dijeron algo que más tarde les trajo muchos inconvenientes.

Aunque estés en reuniones con “gente de confianza”, piensa que cualquiera puede repetir tus dichos sobre razas, religión, orientación sexual o género; y quizás lo único que hiciste fue un comentario a modo de chiste.

Obviamente que esto que escribo es una opinión (entiendes que no me la puedo callar y menos en este post, ¿verdad?), pero si lo que quieres decir lastima a alguien o a un colectivo de personas…, ¿realmente vale la pena expresarlo?

Si lo mismo lo quieres decir, adelante, estás en tu derecho. Trata de que no haya cámaras encendidas, nada más.

Para corregir a tu interlocutor

Aquí pueden aparecer las primeras dificultades si expresar tus opiniones ha sido un problema para ti en el pasado.

Alguien se equivocó y tú tienes la respuesta correcta, por lo que cuando opines puede parecerse a una confrontación, y quizás no quieras eso.

Si quieres tener tacto y sutiliza podrías decir algo así como…

  • “Yo lo entiendo así…”
  • “No estoy segur@, pero me parece que es de esta forma…”.

Si evitas frases del tipo “Eso no es así” o “Estás mal”, nadie tiene porqué sentirse ofendido.

Para expresar tus sentimientos de desagrado

Desagrado, preocupación, incomodidad, enojo, infelicidad…, o lo que quieras y necesites.

Creo que este puede ser el verdadero desafío que tienes enfrente, ya que expresamos los sentimientos frente a personas que son importantes para nosotros ya sea porque existe afecto o una relación de la cuál dependemos de alguna manera. Un jefe por ejemplo.

Primero quiero decirte que si tienes miedo de expresar cómo te sientes frente a alguien que aprecias o amas, no se trata de algo menor que lo puedas dejar pasar como si nada.

Vaya…, estamos hablando de tu espos@ o tu pareja, tus padres o alguien a quién quieres, respetas o admiras.

Déjame hacerte dos preguntas…

¿Qué es lo que realmente te impide decirle lo que sientes a esa persona?

Pueden venir muchas respuestas a tu mente, si es posible para ti, anótalas en un cuaderno o en tu ordenador, y procura meditar al respecto.

La otra pregunta es…

¿Qué pasaría si lo hicieras?

Si le dijeras a tu espos@ que te quieres separar, que ya no la amas; o a esa persona que te conoce desde hace años, que tu orientación sexual no es la que cree…, ¿qué pasaría en tu vida?

¿Te condenarían a ser un paria con destino incierto?

Estas dos preguntas las utilizo muchísimo con mis asesorados en Coaching y las respuestas que obtienen son realmente fabulosas, ya que cambian a lo largo del tiempo.

Te invito a que te las hagas varias veces al mes, como parte  de tu propio proceso evolutivo.

Muy bien, mi estimado amig@, llegamos al final de un post que no es de fácil “digestión” (como la mayoría de los que escribo) pero aquí estarán este y los demás esperándote, para cuando tengas necesidad de hacer cambios para Vivir Mejor.

Estoy convencido de que esta información te ayudará a vivir en plenitud, enseñando y adiestrando a tu mente y a tus emociones en el mejor camino posible.

Si te gustó este post te invito a compartirlo en tus redes sociales o enviárselo a esa persona que puede necesitarlo.

Hecho con amor,

Federico 

 

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